.Parece ser
que éste el título de una página Web
(cerrada, ya) en la que las anoréxicas, de todas las edades, daban
rienda suelta a la locura que significa ésta enfermedad. Cuando leí la noticia, no pude por menos de
sentir un escalofrío, al ver como, establecían
una especie de campeonatos, con premios incluidos, para ver quien comía menos
al cabo del día. Contenía también la página fotos escalofriantes de jóvenes
cadavéricas como modelos a seguir por las participantes de dicha página. Y es
fácil de comprender que compitieran. Las anoréxicas tienen una personalidad perfeccionista y
competitiva. Son chicas y chicos inteligentes, limpios, ordenados, buenos
estudiantes, hijos e hijas modelo, que en su afán de controlarlo todo, sujetan
de manera demencial, hasta el instinto
más básico de la supervivencia: el hambre. Tienen un ideal espartano que les
lleva a contar las horas de sueño y a vencerlo si hace falta. Practican
ejercicio físico desmesurado para quemar las calorías que no consumen. Pero
¿como empezó todo? Qué desencadena en personas que, supuestamente, tienen una
vida acomodada, lleguen a éstos extremos? La pregunta, para mí, tiene dos tipos
de respuesta. Por un lado, ésta sociedad
en la que imagen es primordial y presiona especialmente a las mujeres para
seguir unos cánones de belleza irreal (fea pero delgada) Un desengaño amoroso,
un comentario malintencionado, un
conflicto familiar no asimilado ni
resuelto desemboca en ésta flagelación del propio cuerpo. Por otro, existe un
toque místico y espiritual en esta búsqueda de la verticalidad: como en los
cuadros de El Greco, esa espiritualidad se refleja en cuerpos alargados, casi
etéreos, en cara afiladas… Todo comenzó con una dieta y poco a poco llegó a ser
una obsesión que devora el cuerpo y la mente, por que el espejo les devuelve
una imagen distorsionada, gorda. Ese es uno de los grandes dramas de estas
frágiles muñecas de porcelana.