No hace falta seguir los Informativos, ni leer la prensa a diario, para darse cuenta de la violencia como uno de los múltiples males que acecha al ser humano. Y, digo esto, por que, los tenemos al lado: nuestro vecino, aquel compañero de colegio, un familiar, a todos ellos les suceden percances, que no imaginábamos ni en la turbulenta de nuestras pesadillas. Pero así es, y ahí están. La realidad se impone de manera contundente.
A pesar de todo, últimamente, observo, en mis conversaciones con amigos y conocidos, una tendencia generalizada a sentirse excluido de esos temas: el divorcio, el maltrato, la infidelidad, los accidentes de coche, la droga y el alcohol de nuestros jóvenes, el cáncer… ESO LES OCURRE A OTROS.
Parece ser que, NOSOTROS, estamos protegidos, no sé porqué especie de bula, de halo mágico, que impide que las desgracias, que ni siquiera, se nos acerquen. Craso error ¡! Por que en ésta vida, NADIE está exento de que – un mal día- NOS SORPRENDA, cualquiera de esos males.
Bien es verdad, que lo sano mentalmente, es tener FE y ESPERANZA en la benevolencia del destino. Educamos a nuestros hijos, lo mejor que sabemos y podemos. Intentamos protegerlos y protegernos de un mundo cada vez más complicado, pero a pesar de todo, a lo largo de nuestra existencia sucederán, sin duda, acontecimientos inesperados y desagradables. Como dice el refrán español. “ la feria va por barrios” Por eso, creo que deberíamos reorientar la educación de niños y jóvenes hacia el conocimiento y prevención. Enseñarles que la vida, no siempre es un camino de rosas. Con ello, evitaríamos posteriores desencantos, frustraciones, decepciones y hasta depresiones, más o menos graves. Hacerles crecer “fuertes”, no sólo físicamente, sino también, preparados para mantenerse firmes ante posibles adversidades, sin engañarse y pensar “QUE ESO LES OCURRE A OTROS”
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