EL OTOÑO
Sin mirar el calendario, sé que ha llegado. Esta mañana, entraba una luz solar demasiado tenue, por las ventanas del salón. Parecía, que el sol se estaba despidiendo- algo triste y melancólico- del júbilo del verano. Por que sí, el otoño es una estación melancólica. Me suena a nana suave y antigua. Tiene un sabor a miel y castañas, me huele a chocolate con picatostes, a lápiz, gomas y ...
Sin mirar el calendario, sé que ha llegado. Esta mañana, entraba una luz solar demasiado tenue, por las ventanas del salón. Parecía, que el sol se estaba despidiendo- algo triste y melancólico- del júbilo del verano. Por que sí, el otoño es una estación melancólica. Me suena a nana suave y antigua. Tiene un sabor a miel y castañas, me huele a chocolate con picatostes, a lápiz, gomas y ...
cuadernos, recién estrenados.
Los pocos árboles que nos quedan en las ciudades, reparten por las aceras, sus hojas. De una en una. Las más viejas, primero: amarillas, ocres, naranjas… y pronto, se las roba el viento, para llevárselas hasta cualquier esquina, quien sabe donde, para ser enterradas en algún contenedor…
El otoño tiene tacto de terciopelo chiffón, que acaricia y huele a pasado conocido.
Un mar oscuro se agita y se queja, por falta de compañía de los barcos de recreo.
Es el momento, de los proyectos para un curso que comienza inexorable. Es el momento, de airear armarios, en busca de chaquetas y gabardinas. De desplegar paraguas, que dejarán de ser bastones para ser soporte de la inevitable lluvia. Es, en fin, momento de amor tranquilo, frente a una pantalla de cine ( ya no de barrio) o el DVD casero.
Es el momento de los días cortos, y las noches frías.
Los pocos árboles que nos quedan en las ciudades, reparten por las aceras, sus hojas. De una en una. Las más viejas, primero: amarillas, ocres, naranjas… y pronto, se las roba el viento, para llevárselas hasta cualquier esquina, quien sabe donde, para ser enterradas en algún contenedor…
El otoño tiene tacto de terciopelo chiffón, que acaricia y huele a pasado conocido.
Un mar oscuro se agita y se queja, por falta de compañía de los barcos de recreo.
Es el momento, de los proyectos para un curso que comienza inexorable. Es el momento, de airear armarios, en busca de chaquetas y gabardinas. De desplegar paraguas, que dejarán de ser bastones para ser soporte de la inevitable lluvia. Es, en fin, momento de amor tranquilo, frente a una pantalla de cine ( ya no de barrio) o el DVD casero.
Es el momento de los días cortos, y las noches frías.
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